Hoy quiero hablarte sobre esa emoción de la que a veces huimos, reprimimos y hasta nos paraliza: el miedo.
Primero permíteme contarte en forma breve que el miedo es una de las emociones básicas que vienen contigo en el paquete, es parte de un sistema instintivo de supervivencia que ha evolucionado junto a nosotros y sin el cual no seguiríamos formando parte de este planeta. Solemos «luchar» con este sistema emocional cuando en realidad nos aporta información valiosa de lo que pasa a nuestro alrededor y sobre nosotros mismos. Las emociones nos permiten actuar de determinada forma…


Imagínate qué hubiera pasado si el hombre no hubiera sentido miedo frente a los grandes carnívoros que rodeaban su cueva, en el pasado, o qué te pasaría a ti si nunca hubieras experimentado miedo al cruzar la calle en una zona muy transitada.

Algunas corrientes de pensamiento aconsejan «superar» el miedo, olvidarlo, reírse de él o aún más: vencerlo cueste lo que cueste. En realidad, el miedo es una de las emociones básicas que forman parte de nuestra naturaleza humana y todas ellas tienen fines específicos para nuestro beneficio. ¿Para qué querríamos eliminar algo que nos beneficia?

Tal vez ahora mismo te preguntes ¿cómo es esto?

¡Claro! El problema no está en el miedo, esta emoción tiene un objetivo muy sano en tu vida, quiere PROTEGERTE. Lo que nos limita frente al miedo es la forma de relacionarnos con él y gestionar la respuesta más beneficiosa, considerando la información que nos brinda.

Un ejemplo:
A Juan le informan que en un mes exacto perderá su trabajo, del cual depende económicamente él y su familia. Esto le genera miedo instantáneamente.
Juan podría: decidir explotar, por no saber qué hacer, y tener ataques de pánico, llorar a diario, hasta pasar al enojo tal vez; también podría anestesiar su miedo y hacer como que no existe, sin hablarlo siquiera con su esposa ni tampoco realizar acciones, entre otras opciones; o bien podría reconocer su miedo, aceptarlo y comprenderlo, explorar qué cosas específicas de la situación le generan esta emoción, hacer un plan de acción y comenzar a actuar, realizando un Plan B. Juan podría entender que el miedo quiere protegerlo, en este caso por ejemplo de caer en quiebra, e invitarlo a la acción.

Este ejemplo simplificado es sencillo de identificar ¿verdad? Pero ¿cuántas veces has sentido miedo y no has podido gestionarlo para tu beneficio? (puuufff! Yo un montón) No es hasta que comprendemos cómo funcionamos que tenemos la capacidad de cambiar nuestra mirada al respecto.

 

Si te llegó de alguna manera el tema, te dejo algunas preguntas para tu crecimiento, entre otras que podríamos compartir. Tal vez te sea útil anotar tus respuestas:
¿Qué te inquieta?

¿Qué te dices cuando sientes ese miedo?

¿Qué pensamientos aparecen?

¿Qué dice de ti esto que te escuchas?

¿Qué es lo peor que podría pasar?

¿Qué tan posible es que eso pase?

¿Cómo está tu miedo ahora?

 

Si te gustó este breve escrito, te invito a compartirlo, a comentar, a dejar tu opinión y, si lo deseas, a que hablemos.


¡Gracias por llegar hasta acá y que tengas un excelente día!

Publicaciones Similares

2 comentarios

    1. Hola Inés, gracias por tu comentario.
      Comprendo… Es una emoción que no nos gusta, generalmente, porque no aprendimos a utilizarla a nuestro favor.
      Emoción viene de emotĭo, que significa «movimiento o impulso», «aquello que te mueve hacia». El miedo es una invitación a la acción también, y puede ser una oportunidad valiosa para nuestro crecimiento.
      ¡Buena semana!

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *