A inicios de agosto participé de un taller de fin de semana, parte de un ciclo de formación permanente de líderes. Tuve el privilegio de ser aprendiz de los más jóvenes. Quiero compartirte algunas reflexiones personales en torno a una de las ideas trabajadas: “La Máquina”.
Existe amplia literatura en relación a la máquina como analogía que explica relaciones humanas y comportamientos sistémicos. Es utilizada por la sociología, la psicología y la economía (entre otras disciplinas) mediante modelos y teorías más o menos verosímiles.
¿QUÉ ES “LA MÁQUINA” Y CÓMO FUNCIONA?
Se dice que formamos parte de una máquina (o de varias) donde cumplimos un rol determinado, siendo piezas de la misma. Esta máquina funciona de manera invariable e ininterrumpida, tiene un orden establecido (reglas, patrones y relaciones de dependencia) y aparentemente poco podemos incidir en ello; claro, esto dependiendo del papel que nos toque como parte del complejo mecanismo…
La máquina representa un sistema social ordenado con un intrincado entramado de relaciones que, de manera más o menos evidente, tiene funciones preestablecidas.
«Cada elemento de la máquina aprendió exactamente lo que debe hacer porque fue educado para hacerlo…»
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De la maquinaria formamos parte muchos engranajes, tornillos, poleas y bastidores. Existen uno o varios motores y algunos aseguran haber conocido al maquinista. Cada elemento de la máquina aprendió exactamente lo que debe hacer porque fue educado para hacerlo, se reconozca o no como parte de ella; de hecho, muchas veces cumple su función en automático.
Ahora imagínate realizando un movimiento simple, pero repetitivo una y otra vez, por horas, días, meses y años. Imagínate, por ejemplo, levantando y bajando tu brazo derecho (y si quieres experimentarlo por unos cuantos minutos, te aliento a hacerlo, lo mantendremos en secreto). ¿Parece ser insostenible, no? De hecho, se dice que así muchos vivimos la vida o gran parte de ella, por tiempos indeterminados cumpliendo roles muy determinados, repitiendo patrones de conducta, respondiendo a lo que se espera de nosotros.
Dentro de esta maquinaria, existen sub-sistemas que funcionan como si conformasen otra máquina “independiente”. Tienen tan aceitados sus movimientos que parecen ser una amalgama particular. También hay piezas muy distintas a las demás, algunas muy flexibles, otras que parecen moverse fuera de tiempo, todas finalmente conforman una u otra parte de la gran máquina.
En ocasiones, se detectan anomalías que parecen desestabilizar el funcionamiento de la máquina, lo cierto es que estas son corregidas o integradas con gran rapidez por los ingenieros. ¡Ah! Casi me olvido de los ingenieros… Nadie sabe con exactitud quiénes son, sí que existen y que, aparentemente, buscan expandir la producción de La Máquina (aunque existen opiniones diversas sobre lo que verdaderamente quieren producir).
HAY UNA MÁQUINA, MÁQUINAS Y MAQUINITAS
Entendiéndonos como piezas de esta gran máquina, ¿nos queda margen de movimiento, improvisación, creatividad posible? ¿Cuál es nuestro rol específico dentro de la máquina? ¿Podemos salirnos? ¿Queremos salirnos? ¿Qué otras posibilidades podemos generar?
Resulta curioso que, al hablar con otros sobre La Máquina, he descubierto que la gran mayoría de nosotros somos conscientes de su existencia y funcionamiento, incluso es compartida la desconfianza sobre su buen desempeño.

Muchos sospechamos acerca de nuestro papel en ella en función de las piezas que están alrededor, aunque esto sólo dé algunas pistas. La mayoría no nos hemos llegado a preguntar si queremos o no escapar de ella, varios creen que lo mejor es destruirla. Algunos dicen: ¿para qué abandonar la seguridad y comodidad que esta función incómoda nos brinda?
¿Acaso algo podría motivarnos a hacer otra cosa diferente?
Algunas piezas «rebeldes» deciden escaparse de La Máquina, por considerar que el sistema es perverso y defectuoso, y crean sus propias versiones. Muchas quisieron perfeccionar su funcionamiento y, de tanto buscarlo, terminaron siendo parte de pequeñas maquinitas, varias de ellas inútiles u obsoletas. Tristemente, la gran mayoría, luego de encontrar su propio ritmo y aceitar sus piezas, llega a la conclusión de que sigue formando parte de La Máquina y simplemente ha cambiado su rol en el complejo sistema.
MOVIÉNDONOS DENTRO DE LA MÁQUINA
Si llegaste hasta aquí, primero quiero agradecerte por acompañarme y felicitarte por dedicar varios minutos valiosos de tu tiempo a esta lectura. Luego, te confirmaré algo que quizás ya hayas sospechado: lo que aquí escribo dejará varias preguntas sin responder y discusiones sin abordar, como por ejemplo: ¿quién dijo que La Máquina es defectuosa? O ¿qué impide a las piezas cambiar su propio funcionamiento?
A propósito, dejaré cables sueltos para que juntos sigamos re-conectando esta reflexión con nuevas fuentes de energía (de ser posible, renovables).
mi movimiento…
Te compartiré MI punto de vista sobre algunas ideas, las cuales difieren claramente con otras posiciones bien posibles.
Yo no estoy tan seguro de que “el mejor camino” sea buscar la salida de emergencia de esta gran máquina y, aunque al hacerlo lograra salir, me preocuparía por quienes quedaran dentro del sistema. Tampoco puedo aseverar que la mejor estrategia sea destruirla.
Hay quienes afirman que cada uno es libre de elegir mantener o no su posición en el engranaje, inclusive de liberarse. Yo creo que esta transformación, ya hablando con relación al sistema, no sólo depende de nuestro esfuerzo individual, el cual es sí fundamental, sino que también depende del colectivo.
«…el desafío es dudar de las respuestas preestablecidas, recalcular y experimentar nuevos caminos…»Tweet
Somos seres sociales que cargamos mandatos culturales, creencias y roles aprendidos; en base a estos y como parte esencial del funcionamiento de esta maquinaria, unos cumplen funciones marginales y quedan fuera de diversas oportunidades de desarrollo y bienestar, en la automatización de la que casi todos formamos parte.
Entonces, quizás puedas sentirte afortunado si desde tu rol tienes la posibilidad ambiental de realizar cambios en ti, y también considerar habilitar espacios para que los demás accedan a la oportunidad de transformar su propio movimiento.

En mi caso, y desde mis diferentes espacios de acción, prefiero mantener un estado permanente y deliberado de tensión en relación a lo que puedo percibir de La Máquina, pero también en relación a mis propios movimientos.
¿Qué significa esto?
Que sostengo la esperanza de co-crear una o más máquinas inclusivas, solidarias y colaborativas a partir de la transformación de lo que conozco de esta máquina; implica que el desafío es dudar de las respuestas preestablecidas, recalcular y experimentar nuevos caminos en la porción de realidad que puedo percibir.
En los ámbitos de acción que voy identificando, elijo actuar desde el Amor, elijo vivir y acompañar procesos de transformación que procuren un bienestar personal y colectivo, compartido, colaborativo. Yo no quiero salir de la máquina ni destruirla, yo confío en nuestra capacidad para modificarla, reconstruirla para hacerla funcional a un proyecto de vida y desarrollo sostenible que sea abundante, ya no sólo para mí sino para todos.
Y cuando siento que tengo todas las respuestas, mmmmmmm… A dudar nuevamente, virar y expandir la mirada porque, seguramente, me estoy moviendo a otra parte de la máquina.
MIENTRAS BUSCO EL INTERRUPTOR DE LA MÁQUINA, TE DEJO ALGUNAS PREGUNTAS.
Este artículo no busca dejarte respuestas ni verdades absolutas sino abrir espacios para la reflexión activa a partir de unas cuantas preguntas.
¿Estás de acuerdo con esta idea que nos presume parte de una gran maquinaria?
En caso de estarlo, ¿qué pieza imaginas que eres?
¿De qué material?
¿Cuál es tu función?
¿Qué otras piezas identificas a tu alrededor?
¿Qué beneficios tienes en esa posición?
¿Cuáles son las dificultades o desafíos de estar allí?
¿Qué querrías modificar?
¿Qué puedes y quieres hacer al respecto?
¿Qué piezas serían fundamentales al momento de regenerar La Máquina?
¿A quiénes invitarías al desafío?
¿Qué estás esperando? …

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